No solo los Vincho-Don Marino Vinicio Castillo, sus hijos y su partido- son dueños de las lluvias de críticas, directas e indirectas, que se vierten cada día por todas las vías de comunicación, emitidas por personas e instituciones en las que expresan su extrañeza y desacuerdo con el comportamiento, en temas trascendentales, del 3 veces presidente constitucional de la República, Dr. Leonel Fernández, ejercido sin valorar, que sus actuaciones contravengan, en ocasiones, los sentimientos más profundos de más de un 90% de los ciudadanos de nuestro país. Caso de Haití.

Todo parece indicar, según criterios, casi generalizados, que el expresidente, sus asesores y voceros, no han tomado, en cuenta, que con su errática e inexplicables actuaciones, divorciadas totalmente de la conducta que se espera de alguien que a los 40 años de edad, ya era presidente de la República, posición esta, ocupada durante 12 años, y una figura sismera de la política nacional, durante los últimos 30 años.

En las últimas semanas, se ha hecho más que evidente, su comportamiento ambivalente, confucionista, extremista, contradictorio, y en ocasiones huidizo, para no reconocer, bajo ninguna circunstancia, logros algunos, al Presidente Luis Abinader y su gobierno, sino más bien descalificar cada una de sus actuaciones, según se ha podido ver de manera diáfana, con un penoso manejo en los enfoques que ha querido darle a la crisis con Haití, donde sus criterios parecen abogar a favor del vecino país, en contra del nuestro, con tal de opacarle la eficiencia y el éxito que ha obtenido el Presidente de la República, con sus patrióticas y excelentes actuaciones.

Hay quienes sostienen, que el expresidente, pudiera estar pasando por unos de sus peores momentos políticos, en la que su obsesiva pretensión de volver a la dirección del Estado, este tropezando con insalvables muros de contención, que los inducen a desesperarse de tal manera que le impiden comprender que sus aspiraciones están seriamente limitadas en estos momentos, por 3 obstáculos fundamentales, mismos que se observan claramente en lo siguiente:

El obstáculo número uno, para las aspiraciones presidenciales del Dr. Leonel Fernández, lo representa el Lic. Luis Abinader, quien en situaciones muy difíciles para el país, llego al Palacio e instauró un modelo de gobernar totalmente diferente, cuya base de sustentación se ha erigido en la decencia, la transparencia, la honestidad, la eficiencia, la humildad, y el manejo ético y responsable de los intereses de la nación, acciones estas que le han merecido la confianza, el respeto y la admiración de los dominicanos, quienes le dispensan una valoración electoral que oscila entre el 53 y el 58% en la simpatía de los votantes, lo cual luce difícil de bajar.

El obstáculo número dos, que confronta el Dr. Fernández en sus pretensiones de regresar a la presidencia de la República, en las elecciones del próximo año, está en su alta taza, rechazo en la simpatía y confianza de los dominicanos. Su taza de rechazo, según las mediciones, es la más alta de todos los candidatos que aspiran a la presidencia de la República, en la que se evidencia que de cada 100 dominicanos y dominicanas con capacidad de votar en las elecciones de mayo, 2024, más de 60 dicen que no lo harán por el Dr. Leonel Fernández, bajo ninguna circunstancia, acción está que lo coloca con un techo de crecimiento sumamente limitado.

El tercer obstáculo, con que tropiezan las ambiciones del expresidente, está en los resentimientos, desconfianzas, odios y rechazos que separan, en estos momentos, a los líderes, dirigentes y militantes de las organizaciones PLD y FP, lo que imposibilita una alianza electoral sería y real, sin la cual sus posibilidades de triunfo lucen totalmente imposibles.

Los criterios expuestos más arriba, constituyen realidades tan claras y contundentes, que no dejan dudas de que las mismas turban y desesperan a muchos, lo que pudiera inducirnos a pensar y comprender que sean las razones que induzcan las inexplicables y erráticas actuaciones del expresidente de la República, en su manejo político.